domingo, 2 de agosto de 2020

Bloquee, es bueno para su salud.

Twitter tiene una faceta genial: la información se obtiene de fuentes de primera mano. Todos tenemos acceso al tweet de un alcalde o de un presidente de CCAA. También es un instrumento muy útil si sabes gestionar listas, organizándotelas para obtener información de lo que te interesa en poco tiempo.  Pero hay un “Deep Twitter”, hay cloacas, ciénagas virtuales donde seres miserables se camuflan con la única finalidad de herir personas. Son los rasgos habituales del maltrato, aprovecharse de la superioridad que da el anonimato y la intimidad de un escondite para maltratar personas. Un consejo: bloqueen. Bloqueen indiscriminadamente maltratadores de Twitter como si fuera un videojuego de marcianitos donde ganas cuantos más bloqueas. Bloquear es sano y es de sentido común.  

En 1995 Barack Obama escribe “Los sueños de mi padre”, una autobiografía publicada en español en 2010. El 44 presidente de los Estados Unidos de América explica en el capítulo tercero sus años de estudiante y su faceta de “yonqui” y “porrero” de aquella época; “también una rayita de coca cuando podías permitírtela”. Barack Obama, el político a quien todo el mundo quería parecerse en Europa, se sinceraba así catorce años antes de entrar en la Casa Blanca. Eso es una tontería, dirán. A un presidente de los EUA se le juzga por cosas más trascendentes.  No puedo estar más de acuerdo con ustedes.  Pero, ¿se imaginan la reacción de la ciénaga tuitera hoy ante una confesión así hecha por un político local? Hoy el “Deep Twitter” es una jungla revisionista de la ética y la moral con aire inquisitorial. En muchos casos un sabio señala la luna y el tonto mira el dedo y lo tuitea creyéndose que ha descubierto un Watergate.  Los trols anónimos juzgan y sentencian categóricamente detalles secundarios, intimidades irrelevantes y las elevan a la categoría de ofensa nacional. Y eso, además de un retroceso, es un festival de la estupidez.