lunes, 30 de octubre de 2017

Adoctrinamiento.

La semana pasada tuve reunión de padres y madres en el colegio de mis hijos; se nos citó en la clase. Lo primero que me llamó la atención fue la nueva disposición de los pupitres en forma rectangular. Con esta disposición se busca facilitar la relación del grupo y fortalecer el trabajo en equipo de los niños. La reunión iba del seguimiento del nuevo sistema pedagógico que desarrolla el centro. En síntesis, la tutora explicó entusiasmada un sistema sin horarios (salvo inglés, educación física y música que requieren especialistas) para adaptar los contenidos al funcionamiento de cada grupo. Lejos quedarán las lecciones magistrales de horario cuadriculado, de 10 a 11, de 11 a 12, martes jueves y viernes, muchas de ellas ladrillos infumables. Ahora se enseña a analizar, a buscarse la vida en la búsqueda de contenidos y a ponerlos en común; a debatir; a saber expresar las propias opiniones y trabajar en equipo. El sistema me alucinó. Hoy el conocimiento está todo en internet. No hace falta que el profesor dé la matraca con los reyes godos. Los reyes godos y sus familias están todos en Google a un click. Hay que trabajarlos. Nuestros hijos necesitan aprender a distinguir posverdad de realidad. Manipulación de dato. Adoctrinamiento de explicación.  A cribar la cascada de información que les inunda por tierra mar y aire y a discernir qué es aprovechable y qué no. Si hay un tsunami en Japón, en clase se tratará el tema de los tsunamis desde varios ángulos: la meteorología, la geografía, la economía, y se sacan conclusiones. El niño tendrá instrumentos para analizar, esa semana, qué es un tsunami y relacionar sus conocimientos con el contexto mediático. Cuando yo hacía EGB te tragabas lo que decía el profesor y, como mucho, tirabas del Libro Gordo de Petete. Si había un tsunami allá tú, esa mañana tocaba plástica y matemáticas. Yo tenía la enciclopedia de mis padres y los libros que me regalaban; mis hijos, además, tienen Google. Lo que hoy describo, amigos, es todo lo contrario a adoctrinar.  Es aprender a pensar, a no dar nada por indiscutible aunque lo jure un periodista de TV3.  Que cada alumno gane las aptitudes para extraer sus propias conclusiones y saberlas defender. 

martes, 3 de octubre de 2017

Explico algunas cosas…

…es el título de un duro poema de Neruda –os  dejo el enlace-. Narra la trágica transformación de su barrio de Argüelles (Madrid) consecuencia de la guerra civil. Pablo describe su barrio como un lugar idílico, pero “una mañana todo estaba ardiendo” y “las hogueras salían de la tierra”.  La gente de mi generación hemos crecido en libertad regalada. Sin guerras. No sabemos valorar la cohesión social porque venía de gratis.  Pero esa cohesión se trabaja en cada gesto, en cada tweet y en cada decisión política. Cuando escribo estas palabras tengo la sensación de que algo se desmonta. Se deshace. Algunos de mis amigos, irreconocibles, viven el mono tema de un modo que roza la obsesión.   No reconozco personas con las que arrastro una excelente relación de años y hoy me señalan en las redes sociales como poco menos que responsable de cargas policiales.  No conciben que pueda condenar la dureza de la intervención policial de domingo y seguir en contra del referéndum ilegal. No veía imágenes tan duras de policía cargando contra manifestantes pacíficos desde el 15M en Plaza Catalunya. Eres cómplice, me dicen, porque o estás allí, o aquí. Todo según el puto guion de los dos bloques trabajado minuciosamente en los centros de operaciones de Moncloa y Sant Jaume; dos bandos bien definidos, antesala del conflicto.  Hace cuatro años, cuando explicaba que podía llegar lo que está pasando estos días saltaba la respuesta muelle “estrategia de la por”, que esto iba de “somriures” y ahí se acababa. Pero aquí seguimos, en manos de dos tipos que no se hablan, totalmente desacreditados para velar por la cohesión social. Al de allí se la trae al pairo lo que pasa en Catalunya, parece que en su esquema mental se trate ya de un estado independiente y el de aquí, viéndose incapaz de conseguir sus objetivos en las urnas legales se hace un referéndum casero a medida, cueste lo que cueste.  Miren, sigo pensando que la secesión es un suicidio político, que la manipulación del Estatuto y los reglamentos parlamentarios para fabricar referendos prêt-à-porter es una estafa. Y pienso con la misma fuerza, que no quiero formar parte de la España dibujada por este PP. Pero, respiremos, por encima de todo quiero vivir en un país cohesionado y si no hay cambio de actores por otros capaces de dialogar el conflicto entre nosotros puede ser irreversible. Y créanme, no es “estrategia de la por”. Solo lucho para no ver jamás nada parecido al último verso del poema de Neruda.