La semana pasada tuve reunión de padres y madres en el colegio de mis
hijos; se nos citó en la clase. Lo primero que me llamó la atención fue la nueva disposición de los pupitres en forma rectangular. Con esta disposición se busca
facilitar la relación del grupo y fortalecer el trabajo en equipo de los niños. La reunión
iba del seguimiento del nuevo sistema pedagógico que desarrolla el centro. En síntesis, la tutora
explicó entusiasmada un sistema sin horarios (salvo inglés, educación física y
música que requieren especialistas) para adaptar los contenidos al funcionamiento
de cada grupo. Lejos quedarán las lecciones magistrales de horario cuadriculado, de 10
a 11, de 11 a 12, martes jueves y viernes, muchas de ellas ladrillos infumables. Ahora se enseña a analizar, a buscarse la vida en la búsqueda de
contenidos y a ponerlos en común; a debatir; a saber expresar las propias
opiniones y trabajar en equipo. El sistema me alucinó. Hoy el conocimiento está
todo en internet. No hace falta que el profesor dé la matraca con los reyes
godos. Los reyes godos y sus familias están todos en Google a un click. Hay que
trabajarlos. Nuestros hijos necesitan aprender a distinguir posverdad de
realidad. Manipulación de dato. Adoctrinamiento de explicación. A cribar la cascada de información que les
inunda por tierra mar y aire y a discernir qué es aprovechable y qué no. Si hay
un tsunami en Japón, en clase se tratará el tema de los tsunamis desde varios
ángulos: la meteorología, la geografía, la economía, y se sacan conclusiones. El niño tendrá instrumentos para analizar, esa semana, qué es un tsunami y relacionar sus conocimientos con el contexto mediático. Cuando yo hacía EGB te tragabas lo que decía el profesor y, como mucho, tirabas
del Libro Gordo de Petete. Si había un tsunami allá tú, esa mañana tocaba plástica y
matemáticas. Yo tenía la enciclopedia de mis padres y los libros que me regalaban; mis hijos, además, tienen Google. Lo que hoy describo, amigos, es todo lo contrario a adoctrinar. Es aprender a pensar, a no dar nada por indiscutible aunque lo jure un periodista de TV3. Que
cada alumno gane las aptitudes para extraer sus propias conclusiones y saberlas defender.
lunes, 30 de octubre de 2017
martes, 3 de octubre de 2017
Explico algunas cosas…
…es el título de un duro poema de Neruda –os dejo el enlace-. Narra la trágica
transformación de su barrio de Argüelles (Madrid) consecuencia de la guerra civil.
Pablo describe su barrio como un lugar idílico, pero “una mañana todo estaba ardiendo”
y “las hogueras salían de la tierra”. La
gente de mi generación hemos crecido en libertad regalada. Sin guerras. No sabemos
valorar la cohesión social porque venía de gratis. Pero esa cohesión se trabaja en cada gesto, en
cada tweet y en cada decisión política. Cuando escribo estas palabras tengo la
sensación de que algo se desmonta. Se deshace. Algunos de mis amigos, irreconocibles,
viven el mono tema de un modo que roza la obsesión. No reconozco
personas con las que arrastro una excelente relación de años y hoy me señalan
en las redes sociales como poco menos que responsable de cargas policiales. No conciben que pueda condenar la dureza de la
intervención policial de domingo y seguir en contra del referéndum ilegal. No veía
imágenes tan duras de policía cargando contra manifestantes pacíficos desde el
15M en Plaza Catalunya. Eres cómplice, me dicen, porque o estás allí, o aquí. Todo
según el puto guion de los dos bloques trabajado minuciosamente en los
centros de operaciones de Moncloa y Sant Jaume; dos bandos bien definidos, antesala del
conflicto. Hace cuatro
años, cuando explicaba que podía llegar lo que está pasando estos días saltaba
la respuesta muelle “estrategia de la por”, que esto iba de “somriures” y ahí
se acababa. Pero aquí seguimos, en manos de dos tipos que no se hablan, totalmente desacreditados para velar por la
cohesión social. Al de allí se la trae al pairo lo que pasa en Catalunya, parece que
en su esquema mental se trate ya de un estado independiente y el de
aquí, viéndose incapaz de conseguir sus objetivos en las urnas legales se hace
un referéndum casero a medida, cueste lo que cueste. Miren, sigo pensando que la secesión es un
suicidio político, que la manipulación del Estatuto y los reglamentos
parlamentarios para fabricar referendos prêt-à-porter es una estafa. Y
pienso con la misma fuerza, que no quiero formar parte de la España dibujada
por este PP. Pero, respiremos, por encima de todo quiero vivir en un país cohesionado y si no hay cambio de actores por otros capaces de dialogar el conflicto entre nosotros puede ser irreversible. Y créanme,
no es “estrategia de la por”. Solo lucho para no ver jamás nada parecido al último
verso del poema de Neruda.
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