El pasado sábado una buena amiga de Ares -hoy también es amiga mía- nos invitó a comer un arroz en el Tenis de Torredembarra. Fue una de esas comidas de carcajada, y además, nos contó una historia entrañable que no puedo apalancarme. Ahí va.
A principios de verano mi amiga
se encontraba haciendo cola en una dependencia de Correos en Barcelona. No sé
bien si hacía la cola para enviar una carta o para recoger un paquete.
Lo cierto es que estando a punto de tocarle el turno escuchó como el trabajador
de Correos ofrecía amablemente, desde detrás del mostrador, un billete de lotería
al señor que ella tenía delante. El señor rechazó el cupón con desdén;
actitud que la incomodó. Ese hombre había estado ciertamente desagradable
ante el gesto amable y simpático con el que el trabajador de Correos ofrecía
el dichoso cupón de lotería. Cuando llegó su turno, mi amiga, entre rebelde y solidaria, soltó de primeras
un “pues yo sí quiero el billete”. El dependiente de Correos la miró a los ojos y con una sonrisa cómplice le dijo: “El 22 de julio te va a tocar la
lotería ¿Me escuchas? El 22 de julio te va
a tocar la lotería”. Ella no suele
jugar, no acostumbra a comprar lotería ni le venía especialmente bien hacerlo
ese mes. Aun así, la escena que
presenció movió algo en su interior que la empujó a comprarlo.
Pasaron los días y mi amiga tuvo
visita en el médico. Se sentó delante del oncólogo a la espera de recibir los
resultados de la biopsia de un bulto en el pecho que había hecho saltar las
alarmas de su ginecólogo. Mi amiga se agarró a la silla cuando el médico empezó
a hablar: “Mira, es un tumor maligno, eso ya lo intuíamos, pero no es nada abrasivo. Hay que operarlo,
sí, pero es fácil de eliminar y no
necesitarás radio ni quimio. Has tenido mucha suerte, no te quepa duda: te ha
tocado la lotería. ¿Me escuchas? Te ha tocado la lotería”. Y el doctor firmó su
diagnóstico en Barcelona, a 22 julio de 2021.
Recién salida del
centro médico, transitando por la Illa Diagonal con sus hermanas, compró un bonito
marco blanco para el billete de lotería que hoy está colgado en un lugar destacado de la pared principal del salón
de su casa.