martes, 14 de diciembre de 2021

Simplemente Navidad

 Simplemente Navidad UA1

Esta semana ha habido un debate en las redes sociales, que no me atrevo a clasificar, sobre la tradición navideña de “fer cagar el tió”. En su día ya se disertó, atentos,  sobre el sexo del tronco en cuestión. Hay quien creía que es macho: tió, frente los que defendían que se trata de una hembra: tiona. Desconozco si había partidarios de sexo indefinido: tione. 

El debate ha derivado hacia el ritual en sí. Se analiza si  dar de hostias a un indefenso tronquito sonriente hasta que cague todo lo que guarda en sus entrañas es un acto manifiestamente violento y por tanto poco educativo. Piensen que el tronquito se vacía cuando está harto de recibir bastonazos en sus costillas, y es en ese preciso momento cuando sus agresores se lanzan como cavernícolas a recoger sus despojos. Ni tengo opinión sobre esto, ni tengo intención de dedicar un segundo a creármela, porque si me detuviera en estas reflexiones navideñas no haría nada estas fiestas.  Si me afectara, tal vez no haría cagar el tió por si fomento la agresividad entre los niños; o tal vez no compraría regalos por si fomentan el consumismo y el materialismo; no me reuniría con mis seres queridos porque peligra la sanidad pública; no llevaría a mis hijos a ver una cabalgata de reyes magos machos porque tal vez les inculco un modelo patriarcal y misógino. Respiremos.   Sean ustedes mismos. Sigan las tradiciones que heredaron de su abuela tal como ella se las legó. Fluyan. Denle, si les da la gana,  una paliza al tió como si no hubiera un mañana. Monten un belén, si siempre lo han hecho, aunque el yerno el cuñado o la nuera sean laicos activistas. O no lo monten, pero fluyan.   Háganle el mejor regalo que puedan permitirse a sus seres más queridos. Reúnanse con su familia,  abrácenla y no escatimen palabras de amor. Vivan la vida porque, como dice el brillante anuncio de Campofrío: "La vida no es para vivirla acojonado. La vida es acojonante".

 

Feliz Navidad.

domingo, 5 de diciembre de 2021

Som una ciutat unida pel sol d’hivern.

Lleida som un territori intel·ligent i humil, per això no ens incomoda riure’ns de nosaltres mateixos. Un lleidatà autèntic és foteta per naturalesa, no hi pot fer res, però sense arribar al sarcasme. Ens agrada saber intimitats de l’altre, però respectem el joc net a l’hora dels odis. Dos lleidatans de socarrell mai se’n faran de sang. Som carrinclons –tot i que costi definir científicament l’expressió carrincló- , però no estem per fer volar coloms; som assenyats a la feina ben feta.  Tot i ser una ciutat especialment acollidora, sabem distingir al minut un paracaigudista d’un de casa, amb qui tenim més complicitat. Som una ciutat unida pel sol d’hivern, pel mes de maig i pel Marraco. I sí, el tòpic és cert, quan tornes a Lleida i veus la Seu a l’horitzó t'invaeix aquella sensació fraternal de protecció. Ja ets amb els teus. Cuidem-nos i cuidem el vincle. No hi ha reptes impossibles si la ciutat està unida. 

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Los trucos de Ayuso.

Ayer vi la entrevista que Pablo Motos hizo a Isabel Ayuso en El Hormiguero. Recomiendo a los asesores en comunicación política que la revisen.  Sobra decir que debería analizarse con mirada técnica, dejando al margen, si el corazón lo permite, enfoques ideológicos y partidistas. ¿Qué tiene esa mujer que en mayo de este año se llevó ella solita 65 escaños de 136? Oigan,  más que toda la izquierda junta y en unos comicios con un índice de participación histórico.  Ayuso contaba con los votos gran parte de la derecha convencida; unos votantes a los que les importa un carajo quien encabeza su lista, votan a la orden y punto. Pero para ser alcaldesa o presidenta de una comunidad y poder formar gobierno es necesario que te voten personas que no piensan como tú, y para esta misión Ayuso da unos trucos que, bien leídos, pueden ser útiles para cualquier candidato o candidata a cualquier cargo electo.


-          Lenguaje claro: el discurso político habitual está poblado de lugares comunes, terminología administrativa y poses artificiales que a veces distancian a los candidatos de la ciudadanía. Ayuso habla muy claro. No le acompleja trasladar registros de barra de bar al parlamento o a una entrevista en prime time. Ese es, a mi juicio,  el primer truco.

 

-          Es divertida: el sentido del humor es imprescindible para hacerte entender y conectar con las personas. Todavía hay quien piensa que el sentido del humor debilita, frivoliza e incluso inhabilita. Ayuso ha demostrado que no siempre es así. Es más fácil ser cercano siendo divertido que siendo un muermo.

 

 

-          Telegenia: Les parecerá una chorrada, pero las caídas de ojos (en eso Ayuso es una maestra) la gestión de la sonrisa o el control de la mirada (aspectos todos ellos que se pueden entrenar) son factores clave para acercarte a las personas para que confíen en ti, este juego va de eso, de atesorar confianza. 

 

-          Autenticidad y naturalidad: Por mucho que te ataquen desde las cloacas o te intenten ridiculizar no puedes dejar de ser tú misma, insisto,  ya sea en el bar tomando cañas, en una reunión ortodoxa o en un parlamento.  Díganme ¿a qué política se parece Ayuso? En esa reflexión está la pista.  

 

Todo este rollo que suelto no es más que una impresión técnica. Yo no he votado al PP en mi vida ni está en mis planes votarle porque creo firmemente en modelos socialdemócratas de centro izquierda alejados de los postulados de Ayuso. Ahora bien,  del mismo modo que en ESADE se analizan casos de éxito empresarial para ganar dinero con tu empresa, cualquier asesor o miembro de gabinetes de partidos de izquierda, derecha, centro o adentro haría bien en analizar en serio las técnicas comunicativas de Ayuso. Una mujer del PP que definiéndose como “callejera, tabernaria y pandillera” ganó en barrios como el de Salamanca, pero también en  Vallecas.

 

 


sábado, 6 de noviembre de 2021

Seu Vella torcida

Aquella mañana Ernesto Feliu, director de Consorcio de Turó de la Seu Vella de Lleida llegó al despacho sedado por la monotonía. Chequeó los mails con desgana. A las 11.00h había programada una visita de un grupo de Figueres y poco más iba a dar de sí, se dijo,  un día rutinario en la gestión del consorcio cuando sonó el teléfono.

-¿Sí?

-Hola.

-Hola.

-¿Es usted el jefe de la Seu Vella?-. Al otro lado de la línea hablaba un niño que a juzgar por la voz no contaba más de 10 años.

-Sí guapo. Soy el director del Consorcio del Turó de la Seu Vella-. Aclaró Ernesto con espíritu pedagógico.

-Es que le llamo porque el campanario está torcido.

-¿Cómo?

-Sí, está torcido.

Ernesto Feliu esbozó una sonrisa condescendiente. Se le pasó por la cabeza una nueva coña de su pandilla.  Procesó mentalmente la voz del crio para adivinar quién de sus colegas se la gastaba hoy al buenazo de Ernesto. En ese momento le sonó el móvil y en la pantalla apareció el mensaje intermitente “Alcalde llamando”. Se despidió con desdén del muchacho y contestó el móvil mientras se le aceleraba el corazón.

-Buenos días alcalde.

-¡Ernesto! ¿Pero esto qué es?

-Perdona alcalde, no entiendo.

-El campanario Ernesto, el campanario de la Seu Vella ¡está torcido! ¡Parece la puta torre de Pisa!-. Ernesto notó como la taquicardia le bombeaba en la cabeza y cuando las piernas flojearon cayó a plomo en la butaca. Y volvieron los mareos, esos dichosos mareos que le obligaron a apuntarse a Thai Chi en el centro cívico de su barrio. Escuchó de fondo el tintineo de los avisos de nuevos mensajes. Separó el móvil de la oreja y el exponente rojo del icono de WhatsApp parecía un cronómetro loco: tres, cinco, diez mensajes y subiendo. El alcalde prosiguió "subo ahora mismo, solo me faltaba esto".

Ernesto salió de su despacho y del edificio como una exhalación. Se  bloqueó delante del portal del Juicio Final, el majestuoso acceso principal al claustro y comprobó sudoroso que no vivía una pesadilla. El campanario estaba sensiblemente inclinado hacia el sud-oeste del claustro. Poco más pudo hacer el entrañable Ernesto Feliu; con un blancazo de órdago se desmayó.

A las 9.00h de la mañana la Seu Vella estaba atestada de técnicos municipales,  bomberos y  la guardia urbana que procedía a acordonar el recinto. En la Puerta de los Leones una patrulla compuesta por los agentes Piri y Alonso controlaba el acceso atestado de curiosos. -Dispérsense, aquí no hay nada que ver. No me formen corrillos. Circulen.

  A los pies del campanario un pequeño grupo formado por el arquitecto municipal jefe, el intendente de la guardia urbana, el jefe de los bomberos de Lleida y el alcalde se miraban la torre como el que se mira un saltador de trampolín antes del salto.  A cierta distancia de ellos, concejales de gobierno y de la oposición se hacían selfies y miraban al alcalde como el que mira la piscina donde está a punto de saltar el saltador del trampolín. Los periodistas locales fotografiaban compulsivamente el campanario y todo lo que se movía alrededor; otros se miraban con cara de "yo me voy con el último músico". Ernesto sigue en la ambulancia desmayado.

El Jefe de Bomberos, Juan Colomina, hombre tranquilo bregado en mil entuertos explica sus primeras impresiones:-No hay grietas ni escombros en el suelo. No hemos apreciado ninguna lesión en los muros y por supuesto no hay ninguna víctima ni daños personales.

-¿Hay alguien arriba del campanario?-. Pregunta el alcalde mientras el arquitecto municipal jefe asiente como diciendo: “¡oh! brillante pregunta”.

-Creemos que no. No hemos subido-. Responde tranquilo el Jefe Colomina.

-¿Cómo que no han subido?-. Interrumpe el Intendente de la Guardia Urbana.

-No. Esperamos a que lleguen los perros.

-¿Qué perros?-. Preguntan todos a coro. 

-Los perros adiestrados para encontrar personas en campanarios-. Sentencia el bombero. 

-¿Y subirán solos o con el adiestrador?-. Preguntó el arquitecto municipal seguro de haber planteado el dilema  operativo más oportuno hasta el momento.  

Ernesto Feliu despierta en la ambulancia aparcada en la plaza de la Sardana. El médico de la unidad móvil le aconseja irse a casa a descansar pero él se revuelve contra el consejo y salta de la camilla como electrocutado para reunirse con el grupo del alcalde. Al llegar a ellos pregunta al arquitecto municipal con la mirada quien le responde tímidamente: “a ver quién sube a ver si hay alguien”.

-¡Yo subiré al campanario!-. Suelta Feliu con un grito compatible con un salto en paracaídas-. Él es el Director carajo. Hoy la ciudad le necesita y debe demostrar al alcalde que acertó confiando en su persona para dirigir la joya de la época de esplendor de la Corona de Aragón   –Soy el que conoce mejor el campanario alcalde-.  Se hizo un silencio incómodo que el Presidente de la Corporación interrumpió con la mirada puesta en el Jefe de Bomberos Colomina: -No Ernesto, gracias, esperemos que accedan los bomberos con las unidades caninas; ellos  son los profesionales en estos casos. Por cierto: ¿Ayer estaba torcido el campanario?

Ernesto se vio desmayado de nuevo, pero atinó a decir: -Creo que no-. Luego el alcalde miró al resto del grupo. Nadie supo dar una respuesta científica. Nadie se atrevía a afirmar si el día anterior el campanario de la Seu Vella de Lleida andaba erecto.  Ante la reacción del grupo, a Ernesto se le ocurrió una gran gestión, ¡qué demonios! Él tenía clarísimo que debía hacerla. Es el Director. Se acercó diligente hacia los concejales y los periodistas y preguntó desgañitado:

 -¿Alguien vio ayer el campanario torcido? ¡Es importante!

El grupo de concejales comenzó a enviar wsp y a consultar Twitter convulsivamente.  Todos menos uno. Uno de ellos permaneció inmóvil abstraído de todo. Era el gran concejal Velasco, especialista en patrimonio.   Un visionario. Un héroe de Twitter. Para sus seguidores un potentado  tocado por la mano de los dioses del arte y la historia medieval.  El genio Velasco dio un paso al frente marcándolo con un sonoro y seco zapatazo. Se formó un expectante corrillo a su alrededor y recitó solemnemente. 

-Jo. Jo sé tot el que ha passat. Que treballo al Museu Diocesà de Lleida. Inútils.  

Se hizo el silencio que sucede a las explosiones. 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 18 de octubre de 2021

Planeta

 

El viernes se falló el Premio Planeta, el premio literario mejor dotado del mundo, un millón de euros, por encima incluso del Nobel de Literatura que cotiza a 990.000. Suelo leer la novela  ganadora del Planeta. Acostumbran a ser autores consolidados aunque la obra vencedora deba ser inédita.  Este año, como sabrán, ha habido un extra de sorpresa: los ganadores han desvelado la identidad de Carmen Mola, autora de la desgarradora serie “La Novia Gitana”, “La Red Púrpura” y “La Nena”. Mucho se habló sobre quién se escondía tras ese pseudónimo -qué sería de este país sin rumores-y en la gala se desveló por fin el misterio. Se trata de tres hombres:    Agustín Martínez,  Jorge Diaz y Antonio Mercero, guionistas del mundo de la televisión acostumbrados por tanto a escribir en equipos. Ellos tres se llevan el primer premio con “La Bestia”, una novela ambientada en 1834 en Madrid. Al margen de las polémicas que acompañan al Planeta: guerras intestinas entre editoriales, falta de implicación del jurado- qué sería de este país sin polémicas- hay que reconocerle a premios literarios como el Planeta y el Nadal un par de buenos méritos: el primero, su perseverancia en la historia. El Planeta se concede desde el 1952 y el Premio Nadal desde el 1946. Durar en cultura siempre es meritorio. Y el segundo mérito: su apoyo interesado a la difusión de la lectura. Un país que lee y reconoce a sus autores es un país mejor. Los premios literarios son una muestra de salud de una sociedad, pocos premios serios verán en Afganistán o Corea del Norte. Lo sé. Con esto que les cuento estoy recurriendo a lugares comunes, pero vale la pena insistir en ellos, porque aquí no lee ni Dios, y menos desde que irrumpió la maravilla Netflix en las casas.  Otro día comentaré más a fondo el Premio Nadal de la editorial Destino, el más antiguo de España,  creado en honor a Eugenio Nadal Gaya, hermano del leridano Juan Manuel Nadal Gaya. Esa es otra historia.

lunes, 20 de septiembre de 2021

No más pandemias.

El año no empieza en enero.  Eso es una leyenda.  El año empieza en setiembre; el mes en que los críos vuelven al colegio y los no tan críos retoman los estudios superiores. Comienza ahora lo que los medios de comunicación llaman “curso político” y también se inician, por ejemplo, la mayoría de las ligas deportivas.   En definitiva:  en setiembre empieza casi todo, incluida mi colaboración con UA1 radio.

En este curso radiofónico me he propuesto hablar de todo menos de pandemias. El tema me ha agotado tanto como en su día lo hiciera el Procés. El colapso mediático del asunto me ha exprimido el cerebro sin dejar ni una gota que decir. Si me viniera alguna ocurrencia estoy seguro de que antes ya la habrán escuchado cincuenta veces por tierra mar y aire.  Me hundieron aquellos trágicos meses de balance diario de fallecidos estilo minuto y resultado. El ecosistema de paparruchas -como saben paparrucha es el término que recoge la RAE para referirse a las fake news- que inundaron las redes sociales fue un mareo extenuante. Me deshidrataron aquellas teorías elocuentes desmentidas a la semana siguiente por teorías más elocuentes todavía. Basta. Yo ya tengo bastante. Comienza setiembre. Año nuevo vida nueva. Hablaré en UA1 Radio sobre lo que me interesa: la mejora de la economía de las familias y los avances en consensos políticos para hacer de Lleida una ciudad mejor. Hablaré sobre la felicidad de los leridanos, de la ilusión,  y puestos a ilusionarnos de verdad, que abra de una vez la Sala Manolita y volver allí con Santi Salvador para arreglar el mundo. Alcanzar la plena normalidad de poder decir en la puerta del local: "vengo de parte de Xavi Bosch".

 


lunes, 16 de agosto de 2021

¿Me escuchas? Te va a tocar la lotería.

El pasado sábado una buena amiga de Ares -hoy también es amiga mía- nos invitó a comer un arroz en el Tenis de Torredembarra. Fue una de esas comidas de carcajada, y además, nos contó una historia entrañable que no puedo apalancarme. Ahí va.

A principios de verano mi amiga se encontraba haciendo cola en una dependencia de Correos en Barcelona.  No sé  bien si hacía la cola para enviar una carta o para recoger un paquete. Lo cierto es que estando a punto de tocarle el turno escuchó como el trabajador de Correos ofrecía amablemente, desde detrás del mostrador, un billete de lotería al señor que ella tenía delante. El señor rechazó el cupón con desdén; actitud que la incomodó. Ese hombre había estado ciertamente desagradable ante el gesto amable y simpático con el que el trabajador de Correos ofrecía el dichoso cupón de lotería. Cuando llegó su turno, mi amiga,  entre rebelde y solidaria, soltó de primeras un “pues yo sí quiero el billete”. El dependiente de Correos la miró a los ojos y con una sonrisa cómplice le dijo: “El 22 de julio te va a tocar la lotería ¿Me escuchas?  El 22 de julio te va a tocar la lotería”.  Ella no suele jugar, no acostumbra a comprar lotería ni le venía especialmente bien hacerlo ese mes. Aun así,  la escena que presenció movió algo en su interior que la empujó a comprarlo.

Pasaron los días y mi amiga tuvo visita en el médico. Se sentó delante del oncólogo a la espera de recibir los resultados de la biopsia de un bulto en el pecho que había hecho saltar las alarmas de su ginecólogo. Mi amiga se agarró a la silla cuando el médico empezó a hablar: “Mira, es un tumor maligno, eso ya lo intuíamos,  pero no es nada abrasivo. Hay que operarlo, sí,  pero es fácil de eliminar y no necesitarás radio ni quimio. Has tenido mucha suerte, no te quepa duda: te ha tocado la lotería. ¿Me escuchas? Te ha tocado la lotería”. Y el doctor firmó su diagnóstico en Barcelona, a 22 julio de 2021.

Recién salida del centro médico, transitando por la Illa Diagonal con sus hermanas, compró un bonito marco blanco para el billete de lotería que hoy está colgado en un lugar destacado de la  pared principal del salón de su casa.

 

 

 

jueves, 5 de agosto de 2021

La araña negra.

Voy a explicarles una historia incómoda.  No le había dado demasiada importancia hasta que mis hijos han cumplido 13 años, la edad de su protagonista en el momento de los hechos. Este es el motivo de que ahora me implique emocionalmente con aquel chaval, ya que abordo el asunto  desde la óptica de un padre responsable de la educación de sus hijos. Hoy comprendo mejor unos hechos que en su día se diluyeron como un azucarillo en la moral de aquellos años. Todo se remonta a comienzos de los años 80, en el colegio Claver de la Compañía de Jesús.

El 22 de junio de 1981 el pleno del Congreso de los Diputados aprobaba la ley del divorcio. No fue una ley exenta de polémica y ya saben qué tintes gastaban las polémicas sociales de aquella etapa con los rastrojos de la dictadura humeantes.  La ley se aprobó con 162 votos a favor, mayormente de la izquierda, 128 en contra y 7 en blanco. La Conferencia Episcopal se había pronunciado en contra, insistiendo con vehemencia en el carácter indisoluble del matrimonio. Así las cosas, era previsible que algún sector de la Iglesia hiciera pagar su frustración a las familias divorciadas, incluidos los hijos de esas familias, y los lugares idóneos para saldar cuentas eran los colegios gestionados por esa Iglesia oscura. Fue en este contexto histórico  cuando mi amigo sufrió un acoso escolar tejido sutilmente, algo así como una tela de araña de Blasco Ibáñez versión chapuza. 

Mi amigo era un chaval que hasta 1983 tuvo un expediente notable. Tanto él como su hermano llevaban ocho y seis años respectivamente en el centro cuando llegó a oídos jesuitas la fatal noticia: los padres del chaval se habían divorciado haciendo uso de la endemoniada ley. Por si eso fuera poco, la madre de los alumnos era una política socialista que había luchado activamente por la instauración del derecho al divorcio. La araña negra no podía quedarse de brazos cruzados y comenzaron repentinamente los insuficientes. 

La madre del alumno, que además de militante socialista era directora de un instituto público, intentó hasta la desesperación ser recibida por la dirección jesuita del colegio, pero todos los esfuerzos fueron en vano. Solo obtuvo del director excusas y evasivas para recibir a una madre que, por cierto, llevaba toda la E.G.B. cotizando las matrículas y las cuotas mensuales (no precisamente baratas) de sus dos hijos. El tutor del niño sí se dignó a recibirla. La explicación de los suspensos fue, literalmente, que el niño tenía “mala base" y por ello "había poco que hacer". Mala base tras ocho años con buen expediente académico en el mismo centro. Mala base. El colegio abandonó sin pudor al chaval, se desentendió de él, algo que hoy se me antoja impensable en un centro educativo serio. El crio no tenía ningún futuro allí,  por lo que abandonó la tela de araña dejando atrás parte de su infancia.

No todo el claustro actuó de forma miserable.  Algunos profesores, hoy, reconocen en la intimidad la irregularidad educativa que supuso el trato dado a aquel crio de 13 años por sus circunstancias. Supongo que no fue más que otro estertor de esa facción inhumana de la Iglesia que yace sedada en las fosas de la historia. Gracias a Dios.  

lunes, 21 de junio de 2021

El nacionalisme fa un ús abusiu de la dicotomia.

És obvi que el nacionalisme  fa un ús abusiu de la dicotomia. Allò tant retrògrad de la política de bàndols, avantsala de la confrontació.

El nacionalisme català i l’espanyol, si més no els sectors més reaccionaris, segueixen establint una visió del nostre país en dues categories oposades, adjudicant atribucions absolutes a cadascuna, sense graus. Blanc o Negre.  Pot ser que s’utilitzi com un mecanisme de reducció de la complexitat de la realitat. Ves a saber. Però és evident que el món, la natura, no és així.

Tota dicotomia és reduccionista, deixa fora els matisos i això, a  banda de poc democràtic, es més vell, avorrit i carca que una castanya. A mi em suggereix la imatge de les enormes màquines d'aixafar cotxes, que converteixen totes les variades peces en un munt de ferralla.

Però hi ha més: aquesta dicotomia dona lloc al que s'anomena "fal·làcia del fals dilema" quan deixa fora a terceres o successives opcions, fent aparèixer com un dilema a dos el que no ho és; sempre hi ha terceres vies; sempre hi ha models federals.

L'ús conscient que es fa d'aquesta dicotomia Catalunya-Espanya busca situar a l'altre obligatòriament en la categoria contrària, escamotejant altres possibilitats i carregant-lo amb una motxilla de falses atribucions. Tot el dolent per a l'altre.

Herbert Marcuse, en la seva obra "L'home unidimensional", evidencia que estem davant d'una forma de control social. Emmarcar un debat, delimitar-lo, és dirigir-lo. Recordin que la dicotomia que ens venen només pot funcionar si nosaltres fem un esforç per col·locar-nos dins d'una o altra categoria. Si ho fem, conscientment o no, estem abandonant la nostra visió individual, o potser encobrint la nostra falta de llibertat de pensament i per tant, assumim la repressió de qui ens ofereix un món Blanc o Negre. Un món tot  Catalunya o tot España.

Crec que Catalunya i la resta  d’Espanya no poden deixar de reconèixer-se mútuament ni els ciutadans deixar-se portar tan fàcilment. Cal conrear el pensament propi, per exemple amb la qüestió del indults als líders indepes, i mantenir-lo independent. Hem de ser capaços de reconèixer les trampes i el cartró. Sense por de ser acusats de traïdors a no sé quina milonga: cal pensar amb llibertat.


martes, 25 de mayo de 2021

Botellones en Lleida

En Lleida los macro botellones son una novedad. Se montan en el parque de la canalización del Segre y nos los miramos como algo exótico. No es raro ver leridanos fotografiándolos con curiosidad turística.  En el resto de España hace más de 20 años que son práctica habitual.  La primera vez que vi uno fue en Sevilla, allá por el año 2000. Había mares de jóvenes en la zona de la Expo citados para tomar las copas que ellos mismos compraban en los supermercados. El elevado precio de las consumiciones en locales nocturnos, decían, era uno de los factores que les convencía a consumir en la calle.

 A Lleida los botellones en plan macro han llegado con el final de la pandemia; no sé si para quedarse, veremos qué ocurre cuando el ocio nocturno supere la “nueva normalidad” y alcance por fin la “normalidad sensata”.

 Yo soy un defensor de las fiestas de la juventud. Defiendo que los jóvenes tomen copas si les apetece y disfruten de una vida que (dicen las abuelas y abuelos) pasa en un suspiro. Ahora bien, los macro botellones son un reto de ciudad para el que todos debemos arrimar el hombro, especialmente los propios jóvenes, siendo radicalmente cívicos. Es esencial que escojan lugares compatibles con el descanso de los vecinos y lo más importante:  recojan la mierda que los botellones dejan a su paso, que no es poca. Es comprensible, insisto, beber con los amigos -a veces hasta es deseable-, pero ser guarro y en ocasiones jactarse de ello no lo es. No existe un derecho fundamental a ser guarro con los espacios comunes.  

 Se ha dicho que el Ayuntamiento debería instalar contenedores para facilitar la limpieza del recinto; no es tan sencillo. ¿En serio debe un Ayuntamiento habilitar un espacio para botellones? ¿Entra dentro de los servicios municipales? Yo creo que no, hay cien prioridades antes de eso, pero no es más que una opinión y tengo 0,0 intención de polemizar sobre ella. Pienso que es un tema de civismo colectivo, de respeto por lo común recogiendo la porquería, pero sobre todo de que  se recupere cuanto antes el ocio nocturno.   


lunes, 26 de abril de 2021

Lleida y Huesca

 Dejamos atrás Sant Jordi, o San Jorge, como ustedes quieran.


San Jorge es también el patrón de Aragón por eso allí el 23 de abril, como saben, no es laborable.


Allá por el año 1100 la aristocracia aragonesa, enredada en una guerra contra los moros por el control del Valle del Ebro, fue la primera que adoptó el patronazgo de San Jorge en la península Ibérica. Acto seguido la aristocracia catalana, liada en la misma bronca por el control de Lleida y Tortosa, siguió el criterio de la aragonesa y también nombró patrón al “gran mártir”. Al tiempo acabaría siendo patrón de toda la Corona de Aragón.


Aragón y Catalunya no solo comparten bandera, patrón y lenguas comunes en su franja. Comparten también una rica historia de relaciones comerciales, culturales y familiares; muchas familias leridanas están unidas con familias oscenses. Todo iba bien hasta que llegó la piedra en el zapato: el enredo del museo diocesano. Les recomiendo que en este tema museístico no compren la moto entera de nadie, cojan algo de cada opinante porque todos tienen su razón. Recuerden que hasta el Tribunal Supremo reconoció la extraordinaria complejidad jurídica del enredo en su sentencia definitiva. Pero hay un momento importante que creo debe pasar a la historia de este asunto y que algunos obvian porque les rompe el relato nacionalista. Pasqual Maragall y Marcelino Iglesias llegaron a un acuerdo para compartir la propiedad de las obras de arte en litigio. Además, el pacto incluía la idea de un programa de exposiciones itinerantes. Esta era la buena, el acuerdo entre dos pueblos hermanos, entre otras cosas porque evitaba un juicio, insisto, de una complejidad extraordinaria. Fueron como siempre los sectores nacionalistas de ambas comunidades los que torpedearon el acuerdo. ¿Por qué lo hicieron? Que cada cual saque sus propias conclusiones.


Lleida está más unida cultural, comercial y familiarmente a Huesca que por ejemplo a Girona. Lo que no sobra es mantener esos vínculos y reforzarlos día a día, algo así como celebrar Sant Jordi en Huesca y San Jorge en Lleida.

martes, 30 de marzo de 2021


"Love of Lesbian"

El sábado estuve en el concierto que Love of Lesbian dio en el Palau Sant Jordi. Supongo que muchos sabrán de qué hablo, porque el acontecimiento ha abierto la mayoría de los diarios nacionales.  5.000 personas tuvimos la suerte de cazar al vuelo algunas de las entradas que se agotaron en pocas horas. La organización del evento ha rozado la perfección. A las 11.15 de la mañana tenía cita en la Sala Apolo para realizarme la prueba de antígenos. Previamente me descargué una aplicación que se vinculaba a la entrada con la finalidad de acreditar en los accesos al recinto el resultado del test. En la pista de baile de la Sala Apolo había un auténtico hospital de campaña con diez boxes equipados para realizar las pruebas. En cada box, una sanitaria realizaba la prueba y a los 20 minutos recibí el resultado que me permitía acceder al Palau, junto a la exhibición del DNI y la entrada.   Leo en la prensa que de las 5.000 personas que se hicieron el test tan solo 6 dieron positivo. A las 6 de la tarde, una vez en la cola del recinto, la organización me facilitó una mascarilla FFP2 de uso obligatorio durante todo el concierto. Dentro del pabellón no se podía beber ni, lógicamente, fumar para evitar sacarse la mascarilla; estas actividades solo estaban permitidas en el exterior. En los instantes previos al concierto, un vídeo presentado por el Doctor Bonaventura Clotet y en el que participaba su equipo médico fue una inyección de optimismo hacia un público con ganas de vivir. Un concierto es una comunión entre público y artista, en este caso el equipo médico formó parte de esa comunión por méritos propios. Y empezó el concierto, Santi Balmes saltó al escenario con la voz rota de emoción. La banda, como todas, llevaba más de un año sin subirse a un escenario.  


Es cierto lo que explican algunas crónicas: entre el público había mucha gente llorando de emoción. Todos lo dimos todo: organizadores, público y por supuesto Love of Lesbian.   Esta pandemia nos ha hecho daño, pero también nos ha hecho más humanos. Y esta humanidad se manifiesta en la cultura. Salimos del concierto con la sensación de haber participado en algo grande. Contra la pandemia se lucha a cara perro en los hospitales y en retaguardia con la vacunación y con la investigación; pero también hay que investigar en la organización de eventos, hay que luchar por las relaciones humanas y luchar es probar e intentar. El mundo miró hacia el Palau Sant Jordi el sábado por la tarde y vio un público con ganas de vivir que se comportó, insisto, con humanidad.  Dimos un paso tan importante para la música en directo y para la organización de eventos que no podía menos que dedicarle esta crónica.

martes, 2 de marzo de 2021

On és el límit?

 

"On és el límit?"

El desembre de 2007, la Diputació de Lleida governada per ERC i el PSC va retirar una sèrie de fotografies que l'artista Carlos Santos havia inclòs en la seva exposició Crits de crist al Crist de crits a la Sala de l'Institut d'Estudis Ilerdencs. Jo aquell mandat treballava a la Diputació. En el sopar de Nadal d'aquell 2007, Joan Busqueta, director aleshores de l'IEI, va exposar els motius de la retirada de les fotografies. Tot l'equip de govern vam estar d'acord amb Busqueta i li vam manifestar el nostre suport. I és que l'artista havia fotografiat amb paciència les seves pròpies defecacions, jugant amb les variacions del producte en funció dels aliments ingerits prèviament. La resta de l'exposició la formava una sèrie de crucifixos en diferents situacions: dins uns calçotets... En fi, i tot això davant la catedral, en plena època nadalenca, i en un equipament públic. El govern va "convidar a retirar" la part de l'exposició que feria la sensibilitat dels lleidatans respectuosos amb el catolicisme. L'artista no va assistir a la inauguració com acte de protesta. Recordo que només el Diari Segre va parlar obertament de censura. La resta de mitjans i la majoria de la societat lleidatana va entendre perfectament la decisió del govern de la Diputació. La gent a favor de l'exposició apel·lava la llibertat d'expressió. La reflexió de moda és si hi ha haver límits a la llibertat d'expressió. Digui'm, on és el límit? És necessari per ser lliures cagar-se literalment en el símbol religiós del veí de carrer? Anant més enllà, cal protegir una cançó o exposició que animi a matar jueus? I "peperos"? Cal protegir un article de premsa que animi a matar "peperos"? I dones? Cal protegir i preservar en virtut de la llibertat d'expressió una cançó o una columna d'un diari o una exposició que anima a matar les dones? Sí? No? El debat és etern i l'única solució possible és que 350 representants escollits democràticament ho legislin al parlament. I acceptar tots el sentit de la legislació i delegar després en l'Estat el monopoli de la violència per a fer complir aquesta legislació. Avui aquest criteri és el més semblant a una postura sensata

viernes, 5 de febrero de 2021

Soc "leridanista".


"Sóc "leridanista"

Però no aquell leridanismo de postguerra que qüestionava la catalanitat pura sang de Lleida, i volia incloure la capital de Ponent en una regió emmarcada en la zona de l'Ebre. Sóc leridanista al segle XXI perquè defenso els interessos de Lleida per sobre del que pensin Junqueras, Illa, Puigdemont o Lionel Messi. Qui em vulgui entendre m'entén.


No poques vegades el centralisme de Barcelona ens ha perjudicat més que el de Madrid. D'exemples n'hi ha en matèria d'infraestructures, algun en política hidrològica i un de massa evident, a l'estiu passat, en mesures sanitàries que limitaven dràsticament la mobilitat dels lleidatans mentre en altres indrets de Catalunya s'hi actuava diferent.


Aquest leridanismo genètic m'obliga a recordar, ara que estem en campanya electoral i en relació amb el monotema sanitari, que aviat comença la campanya de fruita a Lleida, quan dic aviat vull dir que al març i a l'abril ja es comença a collir alguna cosa. La campanya assolirà el màxim esplendor al juny. Cal recordar que molts municipis del Baix Segre duplicaran els propers mesos la seva població amb l'arribada de 30.000 treballadors temporals vinguts d'arreu del món. Que a més d'aquests 30.000, es preveu que arribin 12.000 persones més sense regularitzar i sense allotjament assegurat, molts d'ells destinats a malviure als carrers dels pobles i sobretot de la ciutat. De moment no hi ha, o almenys no s'ha fet públic, cap Pla de Contingència ni cap Protocol Sanitari, i fem tard. Em consta que els alcaldes del Baix Segre porten temps saltant de despatx en despatx, de reunió en reunió demanant aquest Protocol Sanitari i porten tot el 2020 avisant. El gerent de l'Arnau de Vilanova també ha avisat, en declaració recent, que cal prendre mesures a les portes de la segona campanya de fruita en context pandèmic. Això no va de partits bons contra dolents. No va de tigres contra leones ni de descarregar tot el pollo a l'Estat, a la Generalitat, als empresaris del camp i molt menys als ajuntaments. Això va de defensar els interessos de Lleida amb una sola veu, traslladant a la resta de Catalunya un problema que és d'àmbit autonòmic, no pas un tema local menor. I ho hem de fer nosaltres mateixos perquè, no s'enganyin, no trobaran la campanya de fruita de Lleida entre les prioritats de l'agenda política de Llevant. Digues-li leridanismo si convé, tant me fa.