lunes, 18 de octubre de 2021

Planeta

 

El viernes se falló el Premio Planeta, el premio literario mejor dotado del mundo, un millón de euros, por encima incluso del Nobel de Literatura que cotiza a 990.000. Suelo leer la novela  ganadora del Planeta. Acostumbran a ser autores consolidados aunque la obra vencedora deba ser inédita.  Este año, como sabrán, ha habido un extra de sorpresa: los ganadores han desvelado la identidad de Carmen Mola, autora de la desgarradora serie “La Novia Gitana”, “La Red Púrpura” y “La Nena”. Mucho se habló sobre quién se escondía tras ese pseudónimo -qué sería de este país sin rumores-y en la gala se desveló por fin el misterio. Se trata de tres hombres:    Agustín Martínez,  Jorge Diaz y Antonio Mercero, guionistas del mundo de la televisión acostumbrados por tanto a escribir en equipos. Ellos tres se llevan el primer premio con “La Bestia”, una novela ambientada en 1834 en Madrid. Al margen de las polémicas que acompañan al Planeta: guerras intestinas entre editoriales, falta de implicación del jurado- qué sería de este país sin polémicas- hay que reconocerle a premios literarios como el Planeta y el Nadal un par de buenos méritos: el primero, su perseverancia en la historia. El Planeta se concede desde el 1952 y el Premio Nadal desde el 1946. Durar en cultura siempre es meritorio. Y el segundo mérito: su apoyo interesado a la difusión de la lectura. Un país que lee y reconoce a sus autores es un país mejor. Los premios literarios son una muestra de salud de una sociedad, pocos premios serios verán en Afganistán o Corea del Norte. Lo sé. Con esto que les cuento estoy recurriendo a lugares comunes, pero vale la pena insistir en ellos, porque aquí no lee ni Dios, y menos desde que irrumpió la maravilla Netflix en las casas.  Otro día comentaré más a fondo el Premio Nadal de la editorial Destino, el más antiguo de España,  creado en honor a Eugenio Nadal Gaya, hermano del leridano Juan Manuel Nadal Gaya. Esa es otra historia.