sábado, 8 de agosto de 2020

En defensa de la uniformidad.

Ayer viví uno de esos momentos que rozan la perfección. Me invitaron a una merienda cena en la terraza del ático de un apartamento en primera línea de mar de Cambrils, una de las colonias del imperio leridano. El clima era un aliado: calor nada sofocante y esa brisa marina que no disgusta a nadie. La compañía era de esas compatibles con la intimidad, esas compañías que son una prolongación de ti mismo. La anfitriona, ejecutiva en una importante compañía cuya red comercial se extiende por todo el mundo, explicaba el reto que ha supuesto para ellos adaptarse al mosaico de cambios normativos que la pandemia ha ido suponiendo de un día para otro no solo en los países, también en las regiones de esos países y también en las ciudades de esas regiones.  Para algunos países no ha habido pandemia, por ejemplo, en Bielorrusia, allí han convivido con el virus sin cambios asumiendo sus consecuencias. En Egipto las medidas que afectaban comercios duraron una semana.  Aquí en España ya saben cómo va, está variando por ciudades, comarcas e incluso algún caso por barrios. En Alemania ha ido por Länders. Las administraciones han echado horas reglamentando medidas ad hoc cuando tal vez la uniformidad sería más útil.  Sé que los principios “uniformidad” y “unidad” pueden sonar anacrónicos; que muchas personas relacionan a la ligera variedad, descentralización, o autonomía con modernidad y progreso, y no es así en todos los casos.  En beneficio de la economía, es importante que el mundo “civilizado” (no sé bien qué entender por civilizado) tienda a uniformizarse en derechos humanos, en política fiscal; en normativa comercial y en respuestas a pandemias (sobre todo en países fronterizos). Debe haber uniformidad nacional e internacional en aspectos esenciales por aquello de la seguridad jurídica -palanca del progreso- y la igualdad, aspectos importantes para cumplir los objetivos del "mundo mejor" que deseamos para nuestros hijos. Lo sé, el mensaje puede resultar infantil pero, ¿acaso hay otro mensaje?