sábado, 25 de julio de 2020

La quincena del sofoco.

Permitidme una obviedad: la segunda quincena de julio Lleida ha sido siempre una sartén a fuego lento. Es un calor que seca la calle, que seca la vida.  Nos salvaban las noches en las terrazas y esos breves respiros que dan los amaneceres. Ha sido siempre una pesadez razonablemente bien llevada, soportada estoicamente por un aguante característico de los leridanos.   Pero esta segunda quincena de julio de 2020 el destino está apretando las tuercas; está doblando los materiales que cohesionan la sociedad llevándolos al límite de la rotura. Al habitual calor infernal se añade un confinamiento que está secando la economía y lo más grave, está secando la ilusión: calles aún más desiertas, terrazas desmontadas, persianas bajadas con tristeza y resignación; familias preocupadas por su salud y por su economía. Yo, tras una coraza de buen humor, estoy desconcertado; a ratos asustado y creo que no soy el único. 

¿Cómo saldremos de esta? Creo que ahora las certezas son directamente proporcionales a la ignorancia y la desinformación. Todos somos maestros en tauromaquia desde el tendido o técnicos de fútbol desde la grada, pero cuidado, baja ahí a gestionar la que está cayendo. Salta tú a la arena, con tu nombre y apellidos,  y ponte delante de este Miura que enviste teorías epidemiológicas, previsiones hospitalarias y todo lo que se le ponga por delante. Por eso hay que dar un voto de confianza a las personas que toman decisiones, porque es duro y difícil tomarlas. Además, tened presente que un proceso científico exitoso es a menudo una sucesión de fallos. 

Ahora bien, esta confianza democrática no es un cheque en blanco que se entrega con la mejor de las sonrisas a cambio de un golpecito en la espalda.  Necesitamos como mínimo transparencia, autocrítica y fuertes dosis de humildad. El presidente de la Generalitat ha estado cuatro meses en el tendido sombra rajando del Estado de Alarma, votándolo en contra y criticando las medidas de Moncloa. Ha estado pregonando esa tesis “tan ufana i tan superba” en virtud de la cual ese Miura lo ventilaba él con cuatro verónicas y un salto de la rana; y cuando le ha tocado bajar al ruedo (maldito momento), el toro le ha dado de hostias hasta decir basta. Ha sido tal revolcón, que hasta los más adeptos al régimen se han quedado sin argumentos en una clara muestra de sensatez, por cierto. ¿Recetas contra el sofoco? Yo tengo entre pocas y ninguna, pero creo que con tres ingredientes sencillos: “humildad”, “autocrítica” y “transparencia” aun podremos sacar algo de la sartén.