lunes, 19 de septiembre de 2022

Monarquía y Lleida

 

Monarquía y Lleida 

Llevamos días de sobresaltos monárquicos. Primero el estreno del documental “Salvar al Rey” en HBO. Corran a verlo es imprescindible. Es un brillante trabajo dirigido por el periodista Santi Acosta que viene con espías, conspiraciones y pactos de silencio. Según se explica allí, toda la maquinaria del Estado se afanó por proteger al rey Juan Carlos y ocultar sus escándalos hasta que se optó por dejarlo caer y salvar así la corona. Luego ha venido la muerte de Isabel II de Inglaterra, por cierto, con ese excéntrico luto oficial en Andalucía y la Comunidad de Madrid por una reina británica ¿cómo se come eso? Y por último la visita de la reina Letizia al CaixaForum -Montepio para los amigos- a participar en un acto de apoyo a la lucha contra el cáncer.  Lleida siempre ha estado razonablemente bien con la monarquía. Digamos que ha estado en paces con ella por lo menos este siglo y el último cuarto del anterior. El rey de España está bastante vinculado con el Parque Científico y Tecnológico. De hecho fue él quien puso la “primera piedra” en diciembre de 2006 y lo inauguró en octubre de 2009. Recuerdo que en 2006 comió con representantes de la sociedad leridana en el restaurante del Hotel Pirineos -Pryca para los amigos-. Aquel día no pocas personas se congregaron a la salida para aplaudir al príncipe de Asturias. ERC siempre ha plantado estos actos sin acritud. Es comprensible tratándose de un partido republicano centenario y secesionista desde su constitución. Por contra Convergència i Unió, que en parte ha mutado a Junts, asistió siempre con una diplomática sonrisa. En democracia todo lo que no pase el filtro de una votación tiene pies de barro. Por tanto, saber científicamente el nivel de apoyo a la corona en Lleida es tan opinable como el sabor del aguacate. Mi opinión es que Lleida, entendiendo por Lleida sus 140.000 habitantes no solo sus opinadores mediáticos y sus activistas en redes sociales, no es un sitio que tenga especial mal rollo con la monarquía y eso no sé cuánto suma a la ciudad, pero está claro que no resta.