domingo, 18 de noviembre de 2012

EL ESCLAVO FELIZ

Ayer por la noche mantuve una de esas conversaciones sinceras que te dan qué pensar. Fue en una cena en casa de un gran amigo celebrando su cumpleaños, en una charla sobre política con uno de los  invitados, funcionario de la Generalitat.

Le dije. –Eres consciente de que si gobierna Convergència y Unió te volverán a bajar el sueldo en 2013, y lo hará en concurso con el PP?

-Sí, lo sé. Pero preferimos que nos bajen el sueldo a que gobiernen otros- me respondió sin acritud

Yo le contesté: - Así hay poco que hacer, tenéis la moral del esclavo feliz.

En efecto, el mensaje derrotista de que no hay nada a hacer y de que la austeridad es la mejor de las salidas ha cuajado en parte de la sociedad catalana. Igual que esclavos felices aceptamos nuestro destino como el mejor de los posibles. Algunos, no todos, persiguen la ensoñación profética de Ítaca y eso alivia el dolor de su esfuerzo. A mi juicio, este sentir es un triunfo de los partidos conservadores y de los poderes financieros. Cómo puede ser que algunos funcionarios y interinos de la Generalitat y sus familias apoyen a CiU y PP sabiendo que les rebajaran sí o sí el sueldo en 2013? Saben que ese recorte salarial es una opción política?   

Ante este escenario la socialdemocracia ha de rebelarse porque otra política es posible. Rocio Martinez Sampere  da cuatro pistas en su blog sobre qué proponemos los socialistas para evitar la política de austeridad compulsiva que empuja el país a la miseria.

1. Impulsar un debate en Europa que cambie el sentido de la política económica. La reducción de déficits impuesta como un sprint i no una maratón se traducirá en una asfixia de nuestras economías.

2. Se debe utilizar el margen que tiene el gobierno de Catalunya para hacer una política más sensata: combinando ajuste con aumento de ingresos (y no eliminar impuestos como ha hecho el gobierno) y después hacer reformas porqué ahorrar no ha de ser sinónimo de recortar ni de desmantelar.

3. Los ingresos de más se deben utilizar para hacer apuestas positivas para el crecimiento de nuestra economía y por un nuevo pacto fiscal que preserve la cohesión.

4. Para generar una mínima confianza el gobierno debe tener una mínima sensibilidad social, es decir, una narrativa social justa que se traduzca en una carga equitativa del esfuerzo. Hemos visto el contrario: un gobierno duro con los débiles y blando con los poderosos.

Estamos a tiempo. No te resignes. Otra política es posible.