Nadie en su sano juicio cuestiona
que la Ley Reguladora de las Haciendas Locales necesita una reforma. El
impuesto sobre bienes inmuebles que allí se regula grava algo tan indeterminado
tras la crisis como al valor de un inmueble. Esa reforma, como ocurre con las
reformas responsables, requiere el acompañamiento de una memoria económica que
ayude, entre otras cosas, a resolver los dramáticos problemas de financiación
que sufrirán los ayuntamientos el día siguiente al ajuste de la tributación al
valor de mercado de las viviendas. Mientras tanto, la idea de bajada
generalizada del IBI de Lleida es muy sugestiva. Se apuntan al carro la
oposición al completo y sobretodo los grandes tenedores de solares y viviendas.
A mí, de entrada no me parece mal, pero sin trampas, porque hay un trámite previo imprescindible: Una
propuesta generalizada de bajada del IBI, para no ser demagogia de la buena,
exige una memoria económica donde se concrete qué recortes conllevará la rebaja.