domingo, 2 de enero de 2022

Mascarilla y buenas maneras.

 Te haré una recomendación para que la tomes o la dejes. Te la hago con todo el cariño y sin pretender ser yo, ni por asomo, árbitro de elegancia. La mascarilla quirúrgica o la llevas bien puesta, cubriendo nariz y boca,  o la guardas entera en el bolsillo. Es una excentricidad, cuando no una horterada, llevarla en la barbilla, colgada de la oreja o en la cabeza a modo de boina. La mascarilla es un complemento necesario para limitar la propagación del bicho cuyo uso generalizado ha convertido en una prenda más. Al ser así, le acompaña –como a cualquier prenda- una serie de normas de educación. Me explico: uno puede estar bien con corbata o sin corbata, pero llevar la corbata atada a la cabeza o colgando de la entrepierna es excéntrico; no es lo correcto salvo que se pretenda dar la nota (algo muy respetable). Pasa lo mismo con una bufanda o un foulard. Es extraño lucir una bufanda atada a la pierna a modo de torniquete como extraño es llevar una mascarilla colgada de la oreja.   A partir de esto, haz lo que te apetezca, pero la mascarilla en la barbilla es más un disfraz  que otra cosa.