martes, 14 de diciembre de 2021

Simplemente Navidad

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Esta semana ha habido un debate en las redes sociales, que no me atrevo a clasificar, sobre la tradición navideña de “fer cagar el tió”. En su día ya se disertó, atentos,  sobre el sexo del tronco en cuestión. Hay quien creía que es macho: tió, frente los que defendían que se trata de una hembra: tiona. Desconozco si había partidarios de sexo indefinido: tione. 

El debate ha derivado hacia el ritual en sí. Se analiza si  dar de hostias a un indefenso tronquito sonriente hasta que cague todo lo que guarda en sus entrañas es un acto manifiestamente violento y por tanto poco educativo. Piensen que el tronquito se vacía cuando está harto de recibir bastonazos en sus costillas, y es en ese preciso momento cuando sus agresores se lanzan como cavernícolas a recoger sus despojos. Ni tengo opinión sobre esto, ni tengo intención de dedicar un segundo a creármela, porque si me detuviera en estas reflexiones navideñas no haría nada estas fiestas.  Si me afectara, tal vez no haría cagar el tió por si fomento la agresividad entre los niños; o tal vez no compraría regalos por si fomentan el consumismo y el materialismo; no me reuniría con mis seres queridos porque peligra la sanidad pública; no llevaría a mis hijos a ver una cabalgata de reyes magos machos porque tal vez les inculco un modelo patriarcal y misógino. Respiremos.   Sean ustedes mismos. Sigan las tradiciones que heredaron de su abuela tal como ella se las legó. Fluyan. Denle, si les da la gana,  una paliza al tió como si no hubiera un mañana. Monten un belén, si siempre lo han hecho, aunque el yerno el cuñado o la nuera sean laicos activistas. O no lo monten, pero fluyan.   Háganle el mejor regalo que puedan permitirse a sus seres más queridos. Reúnanse con su familia,  abrácenla y no escatimen palabras de amor. Vivan la vida porque, como dice el brillante anuncio de Campofrío: "La vida no es para vivirla acojonado. La vida es acojonante".

 

Feliz Navidad.