sábado, 23 de septiembre de 2017

Cambio de actores para evitar el mambo.

Cualquier persona con un mínimo de curiosidad por la política conocía el guion de esta peli y su desenlace.  Ahora no nos echemos las manos a la cabeza. Los socialdemócratas de Catalunya llevamos años explicando que este tema dividía la sociedad catalana y hacía peligrar la convivencia. Lo dijimos charlando, gritando y hasta bailando.  Con dos gobiernos (que no dos sociedades) enrocados en sus dogmas no había otro desenlace posible. El Estado es implacable. Se te echa encima como un pulpo gigante y es imposible soltarte: sanciones del TC, intervención de las cuentas públicas, despliegue de fuerzas del orden público…implacable.  El gobierno de Catalunya (que no la sociedad catalana) ha iniciado un pulso que nunca ganará contra el gobierno del resto de España (que no la sociedad española).   Y la clave está en que la secesión, al menos hasta hace unos días, no cuenta con una clara mayoría social. Es obvio que sí cuenta con más partidarios de salir a la calle -la causa es romántica y tiene ese punto épico que la hace sugestiva-, pero, repito, no viene apoyada por una mayoría social a la altura de las circunstancias. Tiene a su favor un aliciente que nos pone a muchos, y es el de enfrentarse a cara perro con el PP más ausente de la historia. Hasta Aznar cerró acuerdos que desarrollaban el autogobierno catalán, pero Rajoy sigue en modo meditación.   Volviendo a lo de la mayoría social, algún periodista local al que le interese estudiar el tema podría comparar las fotografías de las manifestaciones en Rambla de Aragón del 97 y del 2003 con las de estos días. La primera fue contra el terrorismo de ETA consecuencia del asesinato de Miguel Àngel Blanco, y la segunda contra la participación de España en la guerra de Irak. Según datos del CIS de la época, el 90% estábamos en contra de la intervención armada en Irak. Esto es una mayoría social clara. Por eso ETA se acabó y por eso el PP saltó del gobierno y Zapatero retiró las tropas de Irak.  Los secesionistas en su argumentario abrazan el famoso 80% del Parlamento a favor del “derecho a decidir” y de una"consulta”. Cierto. Todo el mundo quiere comer, amar y decidir su futuro.  Pero es falaz que esa aceptación parlamentaria sea trasladable al referéndum  sin garantías democráticas del 1 de octubre. Que el problema catalán se debe solucionar votando lo saben mis hijos de nueve años pero, tal como he opinado en otros sitios, para votar con garantías democráticas hace falta un cambio de actores. Y hace falta cerrar un acuerdo político de cesiones recíprocas, negociando quién y qué votar: ya sea una reforma de la constitución; sea un referéndum de ámbito estatal o bien una reforma del Estatuto de Catalunya. Pero si el juguete sigue en manos de Rajoy, las CUP, Puigdemont y Junqueras la ruptura de la convivencia del pueblo catalán está asegurada. Y todos sabemos que llegará implacable lo que nadie, excepto los exaltados de ambos bandos, queremos que llegue.