jueves, 27 de junio de 2013

Cuando el poder nubla las ideas.

Pepe Griñan ha anunciado su intención de no presentarse a la reelección a la presidencia de la Junta de Andalucia. Según señalan  los medios abre el camino de la sucesión facilitando el relevo generacional. La política tiene dos momentos cruciales que marcan la trayectoria de una persona: cuando y cómo entras, y cuando y cómo sales de ella. Siempre he admirado las personas que aciertan escogiendo el momento de abandonar la política. Sin duda el más dificil. Hay que abandonarla antes de que el poder te nuble las ideas.

 El síndrome de Hybris fue descrito hace años por el neurólogo David Owen, quien fue también ministro de Asuntos Exteriores británico en su libro "En la enfermedad y en el poder". Owen analiza una patología que afecta a determinados políticos con alta responsabilidad de gobierno, que se inicia desde una megalomanía instaurada y termina en una paranoia acentuada.
En la antigua Grecia se utilizaba la palabra "hybris" para definir al héroe que conquista la gloria y que, ebrio de poder y de éxito, comenzaba a comportarse como un dios.

Tal como explica Juan Jesús Ayala en su artículo publicado en ELDIA.es en octubre de 2010  El síndrome de Hybris (o la borachera de poder)  llega un momento en que quienes gobiernan dejan de escuchar, actuan sin consultar nada porque piensan que sus ideas son las correctas.
Solo atienden, con suerte,  a un entorno formado por familiares y aquellos "amigos" conocidos en la jerga como "los palmeros".  

Una persona brillante alcanza el poder y al principio le asalta la duda de si será capaz de desarrollar esa noble y complicadísima tarea que es el servicio al bien común. Pero pronto sale de la duda porque empiezan a merodearle una legión de incondicionales que no cesan de felicitarle, darle palmaditas en la espalda y halagos, reconociéndole su valía. Y si al principio dudaba de su capacidad, se transforma y comienza a pensar que está ahí por méritos propios. Y como no cesan los piropos y las palabras huecas ya se cree el rey del mambo y de él arriba, ninguno.

Jesús Ayala sigue diciendo que es esta una primera fase, pero pasa a la siguiente en que cree totalmente todo lo que hace y dice, y piensa que menos mal que estaba ahí para solucionarlo. Se convierte en infalible y se cree insustituible.Y todo aquel que no asume sus ideas o las rebate ya es enemigo hasta personal. Este trastorno psico-patológico se ha dado en muchos líderes mundiales.
Como el rey del cuento, el afectado es el último en enterarse de su desnudez. Y por muchos avisos que haya tenido no es consciente de cómo le ve la ciudadania hasta que las urnas le despiertan de su sueño. Y entones, entones ya es tarde. Y por supuesto todo fue culpa de los demás.