lunes, 21 de noviembre de 2022

La Lista.

 La lista 

A cuatro meses de las municipales los partidos y la sociedad leridanos hacen sus quinielas sobre la composición de las listas electorales. He escrito otras veces que siento inmenso respeto por las personas llamadas a confeccionarlas. No es tarea fácil. Un histórico de mi partido se lamentaba: “cada congrés i cada elecció perdo un amic”. Piensen que algunos militantes se creen el Barack Obama de Ponent o la Sanna Marin del Segrià y se cabrean de lo lindo cuando no les llaman para formar parte de ellas.

En Dinamarca se ha creado el Synthetic Party, un partido que delega en una inteligencia artificial llamada Leader Lars la misión de elaborar la lista sobre la base del análisis de millones de datos compuestos por propuestas de partidos, su grado de aceptación social y las reclamaciones de la ciudadanía. Llegado el momento, me imagino la asamblea de aspirantes a diputado o concejal esperando que el robot cante los nombres o los expulse como el cajero expulsa una libreta de ahorros en una escena digna de Black Mirror. 


Puestos a hacer listas al modo tradicional, la ley regula poco más que la paridad sexual de sus miembros el resto va a gusto de los partidos. Lo básico para tener en cuenta: si un partido concurre a las elecciones comprometiéndose a hacer las mejores cocas de recapte de España habrá de incluir en su lista alguien que sepa algo de cocas de recapte. Obviedades (no tan obvias) a parte, una lista razonable suele mantener un equilibrio entre perfiles que aportan al cabeza de lista por militancia y estrecha confianza y, por otro lado, estrellas del Rock & Roll de esas que llegan con un saco de votos al hombro y la sociedad percibe como alcaldes o alcaldesas. Ambos perfiles pueden coincidir en las mismas personas, no son características excluyentes, sin embargo, una lista formada exclusivamente por militancia incondicional es a priori un equipo unido, sin discrepancias ni versos libres, pero tal vez vulnerable electoralmente. Por contra, si la lista es toda ella una selección de rockstars se asegura el tiro electoral, pero la tozuda experiencia demuestra que el mandato podría convertirse en un reality show inoperante por las luchas de egos. En fin, la virtud de una buena lista radica en el equilibrio entre estos perfiles. Un equilibrio que la convierta en el instrumento idóneo para los objetivos de ese mandato o de esa legislatura.