Me consta que tengo lectores
aragoneses, concretamente en Huesca y Jaca. A ellos les explico que “agafar-se-la
amb paper de fumar” es una expresión vulgar que utilizamos los catalanes para definir
una manera de hablar previsible y quisquillosa; para quedar bien con todo el
mundo y evitar herir susceptibilidades. La frase la aplicamos también, y ahí
voy, a los que se ofenden con poca cosa exagerándola. O sea lo que está
ocurriendo con el caso Cristina Cifuentes. A mí la ex presidenta me gustaba. No
he votado al PP en mi vida pero Cristina me caía bien. La veía, con sus tatuajes
y su eterna sonrisa, una bocanada de aire
fresco en un partido de madera barnizada. Y, oigan, que dimite porque la Universidad Juan
Carlos le ha dado un máster por la cara y por haber robado dos cremas en un
Eroski. Esto ha pasado en el país del Cas Palau, de los Pujol, de las tarjetas Black,
de los ERE de Andalucía y de la Gürtel. Están
linchando a una mujer víctima de un delito, pues tal como han explicado
públicamente representantes de la Agencia de Protección de Datos Personales
esas imágenes de 2011 debieron ser destruidas por los presuntos delincuentes un mes
después de ser gravadas: fuerte. ¿Cristina Cifuentes tenía que dimitir? Seguramente
sí. ¿Es justo que destrocen su persona? ¿Que se ensañen en las redes y los
whatsapp en salvaje linchamiento con tintes machistas? Me encantaría que pensaran que no. No
se engañen, si en lugar de una política robando dos cremas se tratara de un político
robando dos puros o una botella de vino en el Círculo Ecuestre probablemente muchos de los que hoy se la cogen con papel de fumar dirían que es una chorrada. La conclusión es que ha dimitido, y con su dimisión lanza un aviso para navegantes, no pasen por alto el antecedente: en España se dimite por
tontear con un máster y por robar dos cremas en el súper. A ver si estaremos enterrando
el Lazarillo de Tormes; a ver si va a ser verdad que somos europeos.