domingo, 25 de febrero de 2018

El ajedrecista


Lo poco pero bueno que sé de política se lo debo, aparte de mi familia, a Tere Cunillera, Àngel Ros y a Marta Camps con quienes tengo una deuda impagable por cuanto me han enseñado de primera mano. Recuerdo una intervención de Gerard Guiu en una asamblea del PSC -allá por el 2009-, allí Guiu explicó que Ros era como ese ajedrecista que mueve la pieza a varias jugadas vista descolocando a quienes siguen la partida. En esto Guiu llevaba razón. Cuando estuvimos juntos en el gabinete de alcaldía, a días Ros nos descolocaba avanzando un peón, desplazando un alfil o haciendo retroceder el caballo (entiéndase en el sentido más amplio de las decisiones políticas del día a día).  Como suele ocurrir con las decisiones que se toman en las cúpulas de las organizaciones, tras una jugada se generaba un debate de pasillo con opiniones de todo tipo. Pero la pieza ya estaba movida.  Con el transcurso del tiempo, a veces un año o dos, después de varios movimientos previstos por el ajedrecista,  allí estaba el alfil para dar jaque o ese extraño peón adelantado para evitar una desgracia.  El periodista de La Mañana, Jordi Guillaumet, recurre a esta metáfora del ajedrez en su columna de ayer sábado para ilustrar la jugada del paso de Rosa Maria Salmerón a concejala no adscrita. En mi modesta opinión, Salmerón, junto a Cristina Simó, son de lo mejor que tenía o tiene Postius en su entorno. El alcaldable del PDCAT sabe que está atrapado en la espiral del secesionismo excluyente, en la “kale borroka” parlamentaria y en Lleida ciudad esas no son ni de lejos posturas centrales cara a las municipales por mucho que se vendan a gritos. La salida de Salmerón no hace sino escorar más a Toni Postius hacia ese secesionismo radical minoritario en Lleida ciudad. La disparatada política institucional catalana da por bueno que el comunismo y el liberalismo económico se abracen por el 'Procés' agónico; pero pone el grito en el cielo si un Grupo Municipal del PSC, partido catalanista desde su fundación,  llega a un acuerdo de gobierno municipal con Units per Avançar, otro partido catalanista que huye (nunca mejor dicho en el caso de Salmerón) del secesionismo unilateral y excluyente. Veremos cómo se desarrolla la partida. De momento, Postius se ha enrocado con mi amigo Paco Cerdà quien,  tras la salida de Salmerón, se queda con Postius más descolocado políticamente que un pulpo en un garaje.