sábado, 18 de noviembre de 2017

Banana Bar

A los que nacisteis a finales de los 80 en adelante lo que escribiré os sonará chino.  Pero hubo una época de esta ciudad en que la zona de “Los Vinos” hoy Centre Históric era el meollo del fin de semana.  Hablo especialmente de las tardes, no tanto la noche, que también.  Había muchos bares. Para mí, sin ánimo de polemizar, el más relevante era el Banana. Un garito de no más de 20m2 situado al lado del también desaparecido  Can Jovens,  más o menos donde hoy está el Gilda. Abría de 6 a 10 de la tarde -un horario que hoy se me hace extravagante- y a eso de las 8 se ponía el bar a petar, y sobretodo su calle. Como suele pasar en estos bares de ciudades pequeñas aquella gente acabábamos siendo una inmensa familia. Era el gran punto de encuentro de jóvenes de todo tipo y de todo barrio. Todo el mundo se conocía como mínimo de vista. El bueno de René fijo a los platos siempre con una sonrisa. Y se bebía, vaya si se bebía, mucho más que las tardes de ahora. Eran otros tiempos; era legal conducir con menos de 0,8 gramos de alcohol por litro de sangre; era legal conducir ciclomotores sin casco algo hoy impensable. En esto hemos evolucionado bien, porque se ha reducido muchísimo los accidentes de coche y moto, una página negra de aquellos años. El sexo era diferente, tenías que currártelo bastante.  Ahora, pienso, los adolescentes son más maduros en este ámbito, menos complejos y más libertad sexual. No sé cómo explicarles a mis hijos lo que suponía tener una Yamaha TZR o una Honda NSR. Las dos de 75cc. Eran las reinas. Quién no quería tener una ansiaba la otra. El resto éramos de Vespa Primavera y mucho ciclomotor. La calle del Banana era el gran escaparate de todo esto. Mucha gomina o greñas, y los primeros compases de una nueva  música que se hacía llamar máquina. Cualquier tiempo pasado fue mejor.