
Fue en la cena de la segunda boda cuando un granadino, al explicarle que era la segunda vez que yo visitaba la Alhambra, me confesó: -Pues ya has estado más veces que yo-. Es así. Por norma general los autóctonos tendemos a no conocer a fondo el patrimonio cultural que nos rodea, por grandioso que sea, por el mero hecho de estar a nuestro alcance. A fuerza de verlo ahí arriba a diario, de sentirlo cerca, lo damos por sabido. Sin más. Pasa en Granada con la Alhambra, y, no se engañen, puede pasar en Lleida con la Seu Vella.
Así las cosas ayer sábado me apunté a una visita guiada al Turó de la Seu Vella, concretamente a la de las 13.00h, que era en catalán. Con la excusa ruin de mis hijos invertí 90 minutos del sábado en acercarme mejor el Turó, que es como acercarse mejor a entender cómo hemos llegado hasta hoy los leridanos. Una parte central de la visita se realiza en torno a una maqueta del conjunto arquitectónico situada en la “sala canonja”. La guía profesional utiliza esa maqueta de madera como recurso pedagógico para explicar la historia del Turó, insisto, la historia de Lleida. De los íberos a los musulmanes; de las concesiones de Jaime I a Lleida por los “servicios prestados” a la caserna militar y campo de concentración pasando por aquella disparatada decisión decretada por Felipe V cuyo incumplimiento salvó la catedral.
No solo se trata de una visita a
un conjunto arquitectónico imponente en perpetua restauración -que no es poco-, también es un repaso a las cicatrices de
nuestra historia contada a través de las cicatrices del Turó, testigos del maltrato
sufrido en todas las guerras posibles. La guía profesional relataba los siglos de forma
amena, con prudente distancia científica, pero preocupada por hacer comprender
al grupo que la escuchábamos la importancia crucial de Lleida en la época de
esplendor de la Corona de Aragón y de dejar claros los aspectos que convierten el Turó -especialmente el claustro y la catedral- en
un conjunto único. En una de las “capillas” de la catedral se proyecta en
bucle un audiovisual con imágenes tipo “antes y después” de las múltiples restauraciones
que ponen los pelos de punta. No les haré
más spoiler. Si me quieren creer, atentos a las visitas guiadas que tiene programadas el Consorcio del Turó de la Seu Vella. Son visitas para entender mejor Lleida, para entendernos, si es
que es posible llegar a entendernos.