
Pujol siempre defendió esa suerte de soberanismo fiscal, hoy sabemos qué interés subyacía en esa defensa. ¿Recuerdan? “la clau de la caixa”; “lo millor és cobrar nosaltres els nostres impostos” por que, afirmaban con vehemencia, “així es queden a Catalunya” y no serian "espoliats" por Extremadura o Andalucía (comunidades llenas de vagos según el manual convergente). ¡Esa era su idea fuerza! Hoy se ha destapado que el destino real de los impuestos de la primera familia de CDC eran Andorra y Suiza y no las escuelas ni la sanidad catalanas.
La trama de ‘Els Pujol’ torpedea el pilar económico del castillo ético moral convergente. La ideología era humo. No queda nada. Se ha descubierto el truco y el pastel. Los Reyes Magos son los padres. Tras el terremoto, deviene tragicómico ver en YouTube a Pilar Rahola, histriónica, desgañitada acusando a los poderes del Estado de maniobrar ilícitamente contra Pujol y Mas. Es esperpéntico ver el vídeo de Pujol acusando de ‘maniobras indignas’ al Estado español desde el balcón de la Plaza Sant Jaume en el 84.
Estamos frente al mayor escándalo de corrupción de la historia moderna de Catalunya y el argumento de que “todos lo hacen” es una ofensa a la dignidad de las personas y a su inteligencia.
Convergencia ha tenido siempre un problema que se llama 3%. Eso lo sabia la mitad de Catalunya y la otra mitad no lo quería ver. Pero ahora tiene un marrón mucho más gordo si cabe, y es la nueva política catalana, esa bola de sentimientos empujada por una sociedad que, aunque dividida entre secesionismo y federalismo, tiene en el corazón un elemento común: deseos radicales de regeneración democrática y pasión por enterrar las prácticas políticas turbias del pasado reciente; caiga quién caiga.