Perdónenme la vehemencia: no se participa porque la ciudadanía no quiere participar. Y no participa, opino, porque para decidir y ejecutar proyectos de ciudad ya están las administraciones con sus centros de decisión política formados por representantes elegidos por el pueblo en votación libre, directa y secreta.
En las reuniones para que participe la ciudadanía son fijos los históricos presidentes de las asociaciones de vecinos más alguien de su junta. Unas asociaciones cuyas asambleas no son especialmente numerosas. Los presidentes andan quejosos de las dificultades para rejuvenecer las juntas directivas y para asociar gente, y lo justifican, miren por donde, con la falta de participación. En estas reuniones periódicas también fichan sin falta técnicos municipales para ofrecer la información de primera mano y el concejal o la concejala de turno, pero vecinos stricto sensu pocos, con inquietante tendencia a ninguno. Da igual que la reunión vaya del destino de la plaza que tenemos delante del portal, seamos sinceros, a la mayoría no le interesa participar en estas reuniones, ni en asociaciones, ni en partidos, ni en sindicatos ni en plataformas.
La autodenominada “nueva política”, presentada como agua de mayo para la sequía de representación, no ha conseguido ni de lejos indicadores de éxito razonables. Por no participar no participan ni sus afiliados en su propias consultas. Según escribe Carles Castro en La Vanguardia “Las cifras de participación en las consultas de las formaciones más recientes quedan muy por debajo de las de los partidos tradicionales” e ilustra la afirmación con estas gráficas:
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Fuente: Carles Castro, La Vanguardia |