miércoles, 21 de diciembre de 2016

Oposición en modo cansino.

El fiscal jefe de Teruel ha pedido la incapacitación de un vecino de Obón por cansino en sus denuncias al Ayuntamiento. El procedimiento empezará con un examen médico forense para determinar si el tenaz opositor está en su sano juicio.  Parece ser que en los últimos 20 años ha cosido a denuncias la administración local –cerca de 100- y todas ellas se han archivado. 
El fiscal jefe de Teruel considera que se ha abusado de la Administración y que hay que poner freno a su cansino empeño por atiborrar de denuncias la sede judicial.
A los que conocemos la dinámica interna de la Paeria de Lleida nos es fácil caricaturizar con esta noticia las eternas sospechas de parte de la oposición municipal. En el último pleno sobre el estado de la ciudad Montse Minguez cifró las preguntas y las solicitudes de informes que presenta la oposición cada mes –todas ellas cocinadas en una desconfianza sistémica-  y créanme, el caso de Obon es un chill out ibicenco comparado con el torrente de preguntas, muchas de ellas prescindibles y en algún punto absurdas, que llueven en diferentes departamentos municipales.
Cuentan que “el cansino de Obón”, al recibir la notificación, sorprendido  él, se indignó de lo lindo por la decisión de la Fiscalía. «No denuncio por denunciar. Lo que está ocurriendo en Obón es una barbaridad» declaró al Heraldo de Aragón. Es así, él, en su interior, lo cree así: una barbaridad. Porque vive convencido de que está llamado a destapar un WaterGate a la turolense o un caso “Els Pujol” versión baturra.  Opino con respeto y cierta tristeza, que es fácil que este ciudadano viva en otra realidad.  Todo lo suyo se archiva. Todo queda en nada.  Porque, tal vez, la realidad sea que la administración funciona con normalidad absoluta.  Los ciudadanos que viven fuera de la burbuja de los partidos deberían plantearse si la oposición en modo cansino que practica “Junts pel NO a la Paeria” tiene realmente alguna utilidad.


domingo, 11 de diciembre de 2016

El suplicio de la boira.

Sabido es que en la Batalla de Ilerda (siglo 50 aC) Julio César sufrió de lo lindo antes de que Gneo Pompeyo Magno rindiera sus tropas y le cediera la “ciudad”.  La batalla y sus condiciones climatológicas extremas  fueron de tal dureza que a partir de ese momento los romanos acuñaron la expresión “Ilerdam videas” (ojalá veas Lleida) como una suerte de maldición. 
Lamento ser reaccionario para algunos de ustedes,  pero la niebla de Lleida (tal vez esa que referían los romanos) es desesperante. Cansina. Permítanme aquí la licencia de recurrir al lenguaje sexista: la niebla es un coñazo.  No me acostumbro a que -pongamos como ejemplo el puente de la Inmaculada que cerramos hoy- en casi toda Catalunya haga un sol de justicia, en Barcelona tomen el aperitivo en mangas de camisa y aquí, en Mórdor, vivamos envueltos en un vapor deprimente.  La sensación de volver a casa después de pasar un día en el mundo del sol, adentrándome por la negra autopista en el húmedo pozo gris en que se convierte Lleida contagiada de niebla es demoledora. Es un suplicio.
Ya sé que a muchos compatriotas míos les seduce “la boira”. También la tristeza o la nostalgia han inspirado obras maravillosas y no por eso dejan de ser estadios poco deseables,  pero yo les diré:  soy más de mayo; de largas rutas en bicicleta al sol; de correr, de la primavera ¡de la luz vital!